Las familias apristas

 


Espero que aquellos que naveguen por este blog de mis pasiones puedan identificar mi costumbre al escribir, incluyendo reconocimiento a compañeros, sobre todo a los “desconocidos” o muy poco conocidos dentro de la historia del aprismo. Con ello busco construir virtualmente, algo así, como un monumento al “aprista desconocido”. Porque hacerlo al conocido, es más fácil, ya lo han hecho casi todos y por mucho tiempo; y porque de no hacerlo, menospreciaría las manifestaciones de la comunión entre militancia y doctrina producto de la fe, que existe en 100 años de aprismo.

Esa comunión, por las luchas justas del aprismo, que llena, por ser abundante en testimonios de entrega de hasta la propia vida. Donde las familias apristas no conformaron casta, ni nobleza que sostuviera a príncipe. Sus miembros más ilustres, no tuvieron privilegios, sino el honor de penurias, carcelería y entrega de sangre. Esas familias que se mantuvieron siempre leales en la tribulación, y esperaban sedientas, la bendición de apóstol [1] entre sus miembros. Aquí desnudo nuevamente mi preferencia, y a riesgo de tentar la humildad de su aprismo, solo reconozco en la familia de Manolo y Juan, esa condición de dos apóstoles en un mismo seno. 

Empero, en familias apristas no hay “cardenales” entre sus miembros. Porque mientras Víctor Raúl estuvo en vida, no se nombraron o crearon, personajes incluidos sus parientes, como aquellos que se crean en Roma. Menos aún, por herencia o concesión de “título”. Solo la obra, la entrega, la lealtad y el sacrificio; te hacían merecedor a la dignidad de ese reconocimiento, y que entregó solo la militancia. Mientras qué, en la designación del destino de los apóstoles, intervenía la dictadura. 

Además, cuando el partido encomendó apóstol, la mayoría temporal, por el encargo de visitar y propagar o reanimar el mensaje de fe. No fue necesario entregar estipendio, porque las familias apristas sostuvieron el mensaje de quien era enviado. Porque la fe, crece mientras la alimentamos y la ejercitamos.

Por un lado, la alimentamos meditando la doctrina, dialogando, investigando, debatiendo; incluso polemizando, pero sin disputa por que triunfe “mi” verdad sino por la verdad que identifica al partido. Porque la verdad en política no solo es lo posible y lo acordado, con mente y corazón abierto. Además, que nadie disputa lo que solo pertenece al espíritu santo; qué en el aprismo, es lo revelado por el espacio-tiempo-histórico.

Por otro, la ejercitamos mediante la acción: hacer y organizar, tareas más allá de las propias fuerzas. Aquellas, que solo se es capaz de cumplirlas suplicando la intervención de los mártires del aprismo. Porque aquellos que la hemos sentido y observado, sabemos que los compañeros acuden al encuentro desde donde nunca se esperaría, motivados solo en su interior, por la misma entrega de sus antepasados. 


Termino estas breves líneas sobre las familias apristas. Indicando que a lo largo de todo el país, fueron, son, y seguirán siendo, leales guardianes de los mayores tesoros del aprismo. Ellas, sabedoras de esa verdad, no se vanaglorian de haber llegado al poder, de haber realizado un excelente gobierno con cientos de miles de obras, sino que aguardan militantes, por que son poseedoras de la pureza y entrega que consolida la confianza en el aprismo.

#HayaPorEncimaDeTodos


Nota:

Fotografía donde aparece toda mi familia por el lado materno. Mis muy queridos Tíos Ramón, Justo, Rosa, Matilde, mi querida abuela Ofelia. 

[1] Apóstol: proviene del griego y significa enviado. Esta fue la palabra usada para llamar a cada uno de los doce principales discípulos escogidos por Jesucristo para predicar y propagar el evangelio


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