De Sara para todos

 

“Mi cuna de Trujillo y la tumba de los mártires del Apra, son dos cunas. Y de allí, de ellas, ha de salir la obra». Víctor Raúl Haya de la Torre en el discurso de la Plaza de Acho


Empiezo indicando que todos los bisnietos y nietos hemos participado en este relato, aportando paciencia, ánimo, recuerdos, pero sobre todo, cariño. Por ello dejo para mí, solo el pedir disculpas por errores y excesos en traer estos sentimientos hacia ustedes.

La dictadura civilista de Leguía (1919-1930) fue la etapa embrionaria en la que movimientos campesinos y obreros, orientados por anarquistas, comunistas y la insurgencia aprista; generaron desocupación laboral y desconcierto social, junto con la crisis capitalista de 1929. Posteriormente, el fraude electoral de Sánchez Cerro motivo que el pueblo trujillano, proclamando libertad y democracia, pero armados con su humildad, realizaran descomunal acto heróico de tomar el cuartel O´Donovan.

Empero, al solo consolidarse Trujillo, como unica plaza insurgente, se produjo como respuesta, una brutal reacción militar concentrada sobre ella. La ciudad, fundada en 1535 por Diego de Almagro, fue atacada por tierra, mar, y aire. Masacrando hombres y mujeres y perseguido jóvenes rebeldes apristas por meses. Terminando con el recuento de más de seis mil muertos. Archivos, sobretodo los fotograficos, clasificados hasta hoy como secretos y con cientos más de huerfanos llenos de recuerdos sin clasificar hasta hoy.


Lo que estoy narrando lo hago usando: recolección de recuerdos familiares, de documentos referidos a los años de mis bisabuelos, Andrés Felipe Castro Nieto Polo (1860-1926) y Sara Porturas Gallarday[1] (1891-1984). Mi bisabuelo Andrés Felipe, hijo de Fernando y Manuela[2], nació en una familia de situación acomodada que pudo enviarlo a Europa a estudiar. A su regreso, con los réditos de la cesión en operación de una mina de Tungsteno[3] (mineral apreciado para la fabricación de municiones), compró unos terrenos dentro de la ciudad de Trujillo y adquirió el fundo "La Merced" con compromisos de pagos futuros.


La foto que adjunto, donde estamos algunos de sus bisnietos junto a Sara, transmite el intenso y dulce espiritu de su interior; el cual me sirve de marco para explicar como acompañó a mi bisabuelo Andrés Felipe en la tarea de dar construcción a la familia. Por un lado los terrenos, ambos de más de 5 mil metros cuadrados de “El Molino”, que se lo dió a su hermana Isabel quien formaría la familia Hoyle Castro[4] y el terreno de “Los Manguitos”, que se lo dió su hermana Matilde, quien formaría la familia Pinillos Castro. Acogen con amabilidad y solides inmuebles usados para diferentes actividades como lo hicieron con los miembros de la familia en ese tiempo. Además junto con Sara, con quien se casó siendo ella aún adolescente, mi bisabuelo Andrés Felipe emprendió el florecimiento del fundo La Merced.

Pero describamos un poco el “barrio” por esos años. A las afueras de lo que fueron las murallas de la ciudad de Trujillo (ex Avenida España) se encontraban una serie de fundos pertenecientes a diferentes familias de solera trujillana. Entre ellos, el fundo “La Merced” que iniciaba próximo a a la avenida España y seguía con dirección hasta la avenida Buenos Aires, siendo uno de los limites la avenida Víctor Larco; y el otro, el camino a Huamán. Al otro lado de la Avenida Víctor Larco se encontraba el fundo San Andrés, que pertenecía a Isaías Mantilla y con quien luego de unos años emparentaríamos también al formarse la familia Mantilla Zolla[5]. Desde esa raíz podemos llenar páginas también muy apristas, pero esas las dejo para otra oportunidad.

Cruzando el camino a Huamán, pero dirigiéndose hacia el sur, estaba el fundo “La Encalada” (hoy El Golf) que pertenecía a la familia Ganoza, y un fundo del cual mi padre no recuerda el nombre, pero me indica pertenecía a sus primos los Pinillos Cox. Allí nacerían no solo primos de mi padre, dado que mi tía bisabuela Matilde (hna. de Andrés Felipe) formaría la familia Pinillos Castro, sino a mi entender la bonhomía y fortaleza de Jorge Juan, forjaría uno de los hierros más representativos del caballo de paso peruano; el “JJP” de Jorge Juan Pinillos Cox, hijo de Jorge Juan Pinillos Castro.

Pero dejemos el relato de apellidos y vecinos por un momento, y sigamos avanzando la narración de la vida dentro de La Merced. Durante los años de florecimiento hasta la inesperada muerte de mi bisabuelo Andrés en 1926. La familia Castro Porturas tuvo cuatro hijos, Víctor el mayor quien fallecería a la edad de siete años; y tres hijas, mi abuela Carmen que nació en 1911; y mis tías abuelas Isabel y Matilde.

Mis recuerdos de Isabel, siempre empezaran por sus dulces ojos y cariñosa sonrisa. Junto a su convicción de darnos férrea educación, la cual incluía tomarnos examen, a todos los sobrinos nietos, incluso en el uso apropiado de los cubiertos, por ejemplo. La segunda, Matilde con la misma fortaleza pero de diferente dulzura, nos ponía hábiles para competir preparando un caldo de pichones que te hacia literalmente “levantar vuelo”. Desde el cielo espero me disculpen porque decir estas pocas lineas de ellas, porque es inmerecido cuando en realidad podria escribir capitulo entero solo con mis recuerdos de cada una.

Pero para no confundirles en este relato, me centraré en la mención de fechas y lugares referidos a mi bisabuela Sara y mi abuela Carmen. Quien aparece en la foto junto a sus hijos y esposos. Además, porque simplifican los números, y aportan hechos de mi interés respecto del Frente Único. Me cuenta mi padre, quien sale de pie a la derecha junto al amor de su vida: que a la muerte de Andrés Felipe, su sobrino Vicente Málaga Santolalla asume la gestión de sus intereses en la minería. Eso ayuda a mi bisabuela Sara, a que pueda continuar con el pago de las obligaciones, y a que a la edad de treintaiocho años, se enfoqué, junto con sus tres hijas, a continuar con la operación agropecuaria. Pudiendo hacer frente a la crisis del 29 y la convulsión del civilismo de Leguía, que resumí en el primer párrafo.

El principal ingreso monetario de La Merced era la venta de la producción lechera. Para ello disponia de diferentes potreros y cerrados; donde por un lado se realizaba la crianza de vientres. y por otro se sembraba forraje y pan llevar, que sostenía la alimentación del ganado y de las familias que vivían en el fundo. El agua que permitía la fertilidad, se obtenía de la capa freática (pozo) y de una acequia que como veremos más adelante será muy importante.

Para aquellos que nunca le han espantado las moscas al ganado. Les va a costar comprender lo que significa cultivar para sostenerlo, criarlo; recogerlo y llevarlo a comer durante el día, para posteriormente traerlo de regreso y tenerlo listo para que a la mañana siguiente las más buenamozas sean las primeras en ser ordeñadas. Todas estas tareas no hay forma de hacerlo solo. A pesar de que las vacas vengan, cuando se les llame por su nombre. Para ello, siempre será mejor, la ayuda de un “pastor australiano”.

Lo digo con convicción porque si bien no estuve en La Merced, por obvias razones de edad. Puedo aportar a estas líneas, la experiencia de mis actividades, porque mi bisabuela Sara tuvo y mantuvo operación lechera, desde el “Chalet Castro” a finales de los sesenta. Por ello disponía yo, de lote, que incluía a “La Limona” vaca preciosa aun en mis recuerdos, de pastor australiano y un burro. Que ella compró y mantuvo, sólo para mí, en sus momentos de vacas, más flacas.

Fue por esa tenacidad, junto con la mía, que me permitieron llevar a Huamán a dar de comer a las vacas y traerlas de regreso para que sean ordeñadas al día siguiente muy temprano. Asi puedo afirmar que la fuerza del sol de Trujillo no fue lo más costoso para mí. Para mí lo fue, pelearme por mi desayuno.

La vida me enseño ese primer día, algo que nunca olvidé: “mantén tu distancia y mira siempre, quien está dentro, primero”. Porque entré confiado al corral y moví lo necesario para recoger mi tesoro. Cuando al voltear veo que se me viene al pecho, una excepcional patada, que me tiró de espaldas. Aunque puedan no creer, me repuse, y con valor, nos dimos. El, a patadas; y yo, a palos. Pero desde ese día los dos nos mediamos. Siempre mirando, donde estaba el uno del otro. ¿Será por eso que me gustan tanto los huevos en mi desayuno? Obviamente, pelearme con el gallo no era parte de mi trabajo. Pero haberlo vivido en carne propia me da la oportunidad de poner un color personal a estas líneas.

Anécdotas como esa, que cuentan tanto mi padre como mis tíos sobre su niñez, ayudan a mostrar la potencia de producción de vida desde La Merced. Sin embargo, desde aquí me apoyaré un poco en documentos.

Por un lado, Mario Samamé Boggio dice en la página 73: "que la diferencia entre los salarios pagados en la minería y las haciendas azucareras era de una relación de 1 a 8 centésimas partes"[6]. Sin embargo, toda la producción de La Merced entregaba una riqueza no monetaria suficiente para la vida; y la venta de leche, la convertía en acomodada dependiendo de la demanda del mercado. Otro dato que aporta es que a mayo de 1931 se crea el Sol de oro[7] en reemplazo de la Libra y Samamé Boggio consigna que tenía una equivalencia de 40 centavos de dólar (S/. 2.50 por dólar).

Asimismo, en el artículo “El Año del Poron Mocho”, escrito por Wilfredo Kapsoli[8] y publicado en la revista de la Universidad Ricardo Palma se citan palabras del compañero y poeta Alcides Spelucin: en «...valles cercanos como Virú, Santa Catalina y Chicama —que antes pertenecían a centenares de familias nacionales— son controlados en la actualidad por no más de diez terratenientes.  De estos diez, uno, el más poderoso, posee más del cincuenta por ciento de tierras cultivadas»".

Kapsoli indica además, que como resultado de esa situación muchos antiguos propietarios que no pudieron resistir y pasaron a la condición de tributarios o empleados. “«Lo doloroso es que este fenómeno, tanto en el campo agrícola como en el minero, no se ha operado siempre dentro de un marco de rigurosa legalidad», añade. Una secuela adicional de esta política […] fue el abandono de los artículos de panllevar y la incorporación masiva de los aldeanos al mercado de trabajo”. Esto generó una gran escasez de mano de obra presionando a las operaciones de menor escala.


Desde los documentos mencionados se puede mostrar que Sara y Carmen junto con tíos y primos (“Pinillos Cox” y “Mantilla Zolla”), vivieron en esos años, una corta y efímera bonanza, que junto con una rápida y gran depresión obligó a grandes esfuerzos para mantener las operaciones en "La Merced". Lo digo porque a parte de los muchos regalos que recibí de Carmen en vida, ella, como hija joven de solo veinte años de familia acomodada me heredó su carné de afiliación al Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales con el número 951 y firmado por la mismísima Secretaria General Matilde de Perez Treviño.

De mi abuela Carmen, me precio de recibir también superior capacidad de lucha junto por su gusto por las corridas de toros. Se casó con mi abuelo Juan Ramón Zolla Salinas en 1931 y vivieron en La Merced junto con sus cuatro hijos, Luis Roberto el mayor, que fallece a muy corta edad producto de mordedura de serpiente, mi tío Pedro, mi padre Gastón, y mis tíos Oswaldo y Luisa. Otros detalles de sus historias son muy grandes dentro la mi familia y merecen ser servidos en mesa aparte.

Cuentan mis padres y tíos que producto de la relación familiar, Víctor Raúl fue escondido en La Merced y ayudado a pasar momentos de zozobra. No tengo más detalle que la memoria de los nacidos después de 1932 y que recuerdan algunas referencias de Carmen mencionando a Víctor Raúl. Me inclino pensar, a que sea más probable en dos posibles periodos. El primero, Víctor Raúl joven durante sus estudios en la Universidad de Trujillo; el segundo y tal vez más probable, el periodo de la clandestinidad entre 1933-1945. Entre mil novecientos treinta y el treinta tres lo considero muy improbable porque Víctor Raúl mayormente estuvo preso. Pero es claro que debo seguir investigando para encontrar evidencias que lo confirmen.

No dudo que hubo más de una oportunidad en que "La Merced" fue usada como refugio aprista. Sobre todo porque la niña de la casa era leal compañera, así lo reconocía su carnet a los 20 años; y porque quedaba en lugar estratégico con múltiples salidas. Debo de reconocer que tengo que averiguar por donde Agustín logró salir de Trujillo; dado que pudo tener la misma necesidad de esconderse luego de haberlo reconocido como prefecto de la ciudad liberada; además de tener la misma vinculación materna De Cárdenas con mi bisabuelo Andrés Felipe. Aunque esta hipotesis puede estar errada porque pudo salir raudamente para ganar los andes liberteños como lo hicieron otros.


Bueno continuemos, la comparación del mapa adjunto con la foto aérea inicial, donde se muestra prósperos y muy bien mantenidos cerrados, da cuenta de una situación. De acuerdo con la memoria de mi padre me dice que la "prosperidad" se mantuvo así por gran esfuerzo familiar hasta 1946. En ese año se desarrolla un evento relacionado a la formalidad minera; y Fermín Málaga Santolalla, sobrino de mi bisabuelo Andrés Felipe que se hacía cargo de sus intereses en la minería (mina de Tungsteno), corta con los pagos para el fundo. Mi bisabuela Sara, a quien conocí de caminar lento y encorvado desde mediados de los sesenta, decidió lo mejor. Reducirse. Esa sabia decisión financiera le permitió afrontar la crisis y el fundo La merced lo compra Don Vicente Gonzales Orbegoso. Originándose allí otro cruce en la historia dentro de mi familia.Termino esta parte diciendo que, tanto el fundo La Merced como San Andrés, junto con otros formaron la zona de urbanizaciones que se desarrolló en la periferia de Trujillo.



Sara aprovechó esa planificada expansión que se ejecutó partir de 1955. Un dato más que aún mantiene unidos mis recuerdos a "La Merced"; además obviamente del “Chalet Castro”, manejado por mi bisabuela Sara. Es que mi tía abuela Isabel Castro Porturas (Chabuca) esposa del defensor calificado de la patria y vencedor de la guerra de 1941; en ese entonces sub teniente José del Carmen Cravero Zafra (luego coronel); cumplió con hacer de su casa una escuela para la familia y nos tomó examen del uso de cubiertos cuanta vez nos alojamos en el dulce hogar que formo en esa casa, que aun se mantiene en pie, y que construyo su sobrino ingeniero civil que aparece en la foto bailando con el amor de su vida.

Es asi que la riqueza agropecuaria de La Merced se reconvirtió en expansión horizontal de la ciudad con residencias de dos pisos enmarcadas por amplias avenidas, calles y parques. Cerrando estas líneas donde doy cuenta de parte de nuestras raices para que nuestros nietos las conozcan. Pero por sobre todo, para volver a caminar por allí sin descuido alguno. Preparense que para alla vamos.



#Zolla #Castro #Benites #Orbegoso #NietoPolo #Porturas #Gallarday#Mantilla



[1] Sara Porturas Gallarday es hija de Marcos Evangelista Porturas Castillo. Hijo de Manuel Dionisio de Porturas Mendoza. Hijo de José Luis de Porturas y del Corral. Hijo de Pablo de Porturas y Landázuri primer Porturas del Perú

[2] Los padres de mi bisabuelo Andrés Felipe fueron Fernando de Castro y Zaldívar y Manuela Nieto Polo De Cárdenas, esta raíz materna jugaría un rol determinante años después sin saberlo. Confirmación a lo dicho por mis padres y tíos la encontré publicada en el “blog de las calderas” donde se informa de los hijos y padres de mi tía bisabuela Isabel. Lo digo no porque dude de mi familia sino porque constituye prueba. El enlace está en la nota 3 de pie de página

[3] La información recogida de la memoria de mi padre y tíos, indican que la mina estaría ubicada en Guayapón, y cruzando con el hecho que la formación profesional de mi bisabuelo era agropecuaria, que estudió en Francia, asumo como lo más probable que la cediera en operación a la Northern, como otras operaciones y relaciones que construyo esta empresa americana con las familias trujillanas. De ello da cuenta, sin mencionar específicamente el nombre de mi bisabuelo, Mario Samamé Boggio en su libro “Minería en la década del veinte”:La Northern Perú Mining & Smelting Co., subsidiaria de la American Smelting and Refining Co., obtiene una opción de la familia Gildemeister sobre sus minas de cobre de Quiruvilca, en el departamento de La Libertad”. Samamé (1979) pag 77. Publicado en la revista de la Universidad Católica del Perú No.5. 

[4] Mi tía bisabuela Isabel tuvo seis hijos: Daniel, Carolina, Alfredo, Esther, Pedro y Carlos Hoyle Castro. http://solardelascalderas.blogspot.com/2012/01/los-hoyle-de-trujillo.html

[5] La raíz italiana viene de Pedro Zolla Palandri Ingeniero natural de Italia que vino junto con su hermano a Sudamérica para la construcción de puentes. Pedro viene al Perú y se acento familiarmente en Pacasmayo

[6] "En la minería rige el salariado En las minas de Junín y la Libertad, donde tienen su asiento las dos grandes empresas mineras que explotan el cobre, la Cerro de Paseo Copper Corpotation y la Northern, respectivamente, los trabajadores ganan salarios de S/, 2.50 y S/, 3 .00, Estos salarios son elevados respecto a los inverosímilmente ínfimos (20 o 30 centavos) que se acostumbran en las haciendas de la sierra”.

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