El estado aprista: el verdaderamente nacional, eficaz, anti-centralista y popular

En Indoamérica: Haya, ni Keynes ni Hayek. Por ello jóvenes de hoy no temen abrazar completamente a Víctor Raúl Haya de la Torre, porque reconocen en sus actos, la consecuencia del verdadero compromiso revolucionario por la libertad.

De los apristas fundacionales, aquellos que insurgieron contra el “estado oligárquico y civilista", y que conocieron también el “estado burocrático” de la segunda mitad del siglo XX, solo el c. Armando Villanueva Del Campo vivió el pasó al “estado mínimo” que impulsó e impuso el neoliberalismo en el Perú. Luego, otra generación de apristas hemos observado como la “Izquierda Incompetente”, en “segundo debut”, mal desmembró en complicidad con el neoliberalismo al estado, instalando el “estado facilitador” y el “estado regulador”. Los cuales cesarían obligaciones “cuando surjan las condiciones suficientes para que las personas asumieran la vida autónoma con equidad”.[1]

A pesar de la promesa de vida eterna que significa esa última frase, todas las generaciones de apristas podemos dar fe que: a) la falta de probidad del núcleo administrativo centralista limeño (burocrático y tecnócrata) dentro del estado; y b) la incapacidad de este núcleo en conseguir calidad y cantidad en los bienes y servicios ofertados por el estado. Son las mayores explicaciones para el estado actual de las cosas. Estas afirmaciones se sostienen por igual para todos los “estados” vividos en los últimos cien años: desde el estado oligárquico, pasando por el burocrático, propietario y empresario, facilitador y descentralista, el regulador, y en los últimos años, el estado asegurador inclusive.

El camino diseñado por la izquierda incompetente, que olvidándose de buscar soluciones solo propuso ponerle una mascarilla, el “estado asegurador”; que no corrige al estado facilitador y que según ellos significa, el “mercado incrustado en la cultura, la ley y en los mecanismos de la confianza pública”. No ha supuesto la diversificación de la oferta y la descentralización de la gestión; sino que, los servicios públicos no son efectivamente “coproducidos” por el Estado, los ciudadanos y la “sociedad civil”. Que fue la premisa central, segun su propuesta, para asegurar que los mercados subordinen sus intereses egoístas al interés público, si quieren mantener legitimidad social y derechos para operar libremente”.

El “mercado incrustado”, como le llaman los de la “tercera vía”, corresponde a la idea de “la economía civil” en la cual “asociaciones voluntarias, grupos profesionales, accionistas activos, auditores, prensa libre, gobierno y poder judicial independiente, se esfuerzan conjuntamente para asegurar que la empresa asuma sus funciones públicas y responsabilidad social” Todos estos aspectos se desarrollan, junto al de “democracia social global”. “desigualdad controlada” y “diversidad administrada” con el propósito de romper sobre el estado nación y minar el rol regulador que siempre mantiene el estado en cuanto al capital externo.

Todos esos "estados" con el agravante centralista que tiene el estado peruano, han demostrado abusivo aprovechamiento, y no solo desinteres para atender las demandas y necesidades durante desastres naturales, que normalmente ocurren fuera de Lima, Por otro lado, las privatizaciones que ocurrieron durante el paso del estado burocratico al estado minimo significó también la transferencia de monopolios naturales antes en poder del estado hacia capitales privados y extranjeros. Denotando abdicación de principios básicos de cualquier estado nacional.  

En contraposición a ellos, fundamentados en el pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre, los apristas reconocemos que el estado aprista o antiimperialista[2] es el “verdaderamente nacional, popular y anti centralista”; que pone en valor el capital humano nacional o #peruanidad; de acuerdo con la realidad de cada territorio y con precedencia de olvidados o postergados (regionalismo de los explotados).

Por lo tanto, valida un estado propietario de los recursos de la nación; e incorpora el estado empresario dejando la forma de su participación de acuerdo con las condiciones regionales. En cuanto a la posición antiimperialista no es en contra el capital extranjero, menos del nacional. Notoriamente se diferencia en cuanto a profundidad, con respecto del estado "mínimo" neoliberal.

Desde mi perspectiva considero que cuatro son los criterios determinantes dentro del estado antiimperialista o estado aprista. El primero, la supresión de la explotación del hombre sobre el hombre mediante la dignificación del trabajo productivo. Esto marca una clara tonalidad de estado: efectivamente regulador y vigilante. Otra se refiere a la tecnificación dentro de una democracia funcional que es considerada por Haya de la Torre como eje central de la reorganización del estado, dado que la democracia funcional permite que el estado sea “regido por expertos comprometidos en cada una de las actividades y territorios que integran la vida de la nación”[3]. Esta segunda marca es una clara tonalidad científico-meritocrática no clientelar.

El tercero, el predominio real de los intereses de las mayorías trabajadoras donde el "ciudadano-trabajador" participa en el proceso de planificación, dirección y control de la economía nacional definiendo por tanto los alcances y detalles de cualquier “nacionalización” o de la #peruanidad. Este acento es el que da el carácter fervientemente democrático y verdaderamente revolucionario.

Finalmente, el cuarto concepto, y no por eso el menos importante, es el regionalismo económico que implica como se conjuga, de acuerdo a cada territorio, el saber negociar con el capital extranjero rechazando al imperialismo. La posición aprista no es de rechazo al capital extranjero ni tampoco descentralista; porque ello significa aceptar un suficiente “divide y vencerás” para que el estado antiimperialista sea superado.

Según propias palabras de Haya de la Torre “este estado que llamé Antiimperialista, es el que el aprismo propone para Indoamérica. El que exige una nueva y completa estructura jurídica concorde con la nueva estructura económica; o sea el estado democrático de los cuatro poderes”[4] Dado que el “ciudadano trabajador” participa en el proceso de planificación, dirección y control de la economía nacional. Los apristas, en cuanto al “estado mínimo”, término neoliberal para referirse básicamente al que agrupa a la educación, salud, justicia y seguridad; tiene una clara profundidad que nos diferencia. tanto de la izquierda incompetente como de la derecha mercantil.

Por ejemplo, Haya de la Torre pone énfasis especialmente en la educación aprista, que no solo orienta la educación de acuerdo con la economía (para y por el trabajo), eleva el estándar de la escuela única con el propósito que acaben las diferencias entre escuelas públicas y privadas. Sino que, por ejemplo, incluso proponía la máxima profundidad y creatividad en el apoyo a una educación de justicia societaria de pan con libertad. Así una vez: “un periodista norteamericano le preguntó Dígame en seis palabras que quiere el aprismo para ponerlo como slogan en un diario de New York, él contestó “Diga usted esto: Nosotros aspiramos a poner zapatos y medias a seis millones de peruanos”[5].

Considera además al partido aprista peruano como impulsor de la verdadera democracia, como quedó registrado en el programa de acción inmediata; y como explico Manuel Seoane, al decir que respecto de nuestro nacionalismo económico es quien garantiza "que haya justicia social interna por haber independencia externa". El pueblo no quiere un estado que "deje de hacer" y menos "deje malpasar". Quiere uno creador, moderador leal y consistente en todo el territorio. No solo en Lima y a favor de Lima. Quiere un estado severo movilizador de las fuerzas morales del país, que sea capaz de liderar con el ejemplo; y por ello Haya de la Torre reconoció que el aprismo, es política y económicamente, tan regionalista, como nacionalista y democrático. 

Asimismo, el propio Víctor Raúl deja claro el trato con el capital extranjero y el rechazo al imperialismoEn página la página 85 de la 2da edición de Antiimperialismo y el APRA, lo especifica cuando, cito: “el tratado que establece una zona de libre comercio e instituye la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), suscrito en Montevideo el 18 de febrero de 1960 —originalmente por Argentina. Brasil, Chile. México, Paraguay, el Perú y Uruguay—; el tratado General de Integración Económica Centroamericana —suscrito en Managua el 13 de diciembre de 1960— por Guatemala, El Salvador, Honduras, la fundación del Parlamento Latinoamericano —por iniciativa de la representación parlamentaria del Partido Aprista del Perú—, así como el establecimiento del Banco Interamericano de Desarrollo, marcan ya los primeros pasos positivos hacia la unidad económica y política de los pueblos indoamericanos”.

Pero el tamaño del estado ha ido variando y las motivaciones para hacerlo también fueron diversas. La presencia estatal, en 1968 medida por el gasto público respecto del PBI representaba 14.3 por ciento y la inversión pública el 30 por ciento de la inversión total. Para 1982 el estado representaba el 56.8 por ciento, es decir, en catorce años el gasto público había crecido en 10.2 puntos (llegando a 24.5 % del PBI) y los gastos en empresas públicas a 32.3 % del PBI.

La expansión de lo público durante el Velascato que acentuó el “estado empresario”, incrementó de 24 empresas en 1,968 para llegar a 176 en 1,982, incluidas aquellas donde la participación estatal era menor al 50 por ciento[6]. Por ello, de acuerdo al empleo el sector público casi se duplicó en los primeros años del gobierno Velasquista. “pasando a significar el 13 por ciento de la población empleada en 1974 mientras que en 1967 daba empleo al siete por ciento”.

En contraposición Haya de la Torre siempre recordaba que “el aprismo quiere cumplir la etapa democrática, organizar constructivamente el estado, educar, mejorar, capacitar y defender a las clases productoras del país”[7] y el "estado empresario" Velasquista era un clan de “defraudadores y contrabandistas” como lo sostuvo y documentó el compañero Héctor Vargas Haya “demostrando consistentemente que los jefes del golpe militar tuvieron dos grandes objetivos: enterrar para siempre las evidencias de la participación de los militares y la intervención personal de Velasco en el escándalo del contrabando, y frustrar una vez más el acceso del APRA al poder”[8].


Haya de la Torre era consciente que la “nueva economía”, como llamo al sistema económico del estado antiimperialista, era un sistema económico pluralista donde se encontraba presente la forma capitalista y se incorporaban las formas cooperativa y asociativa; y por lo tanto, lo consideró un proceso inevitable pero no eterno. Además, el estado empresario concebido dentro del estado antiimperialista deslindaba totalmente de escándalos; como los publicados en la prensa en el Octubre de 1974 dando cuenta de malversación en EPSA, la empresa estatal a cargo de venta de alimentos al por menor. 

Por otro lado, Víctor Raúl no determinó que sectores económicos abarcaría la propiedad que llamó "socializada" ni la profundidad con que se haría. No hay documento o discurso donde se le pueda imputar esas precisiones. A diferencia  de la propiedad socializada Velasquista, la propuesta aprista es diferente por una razón muy simple: la planificación aprista, no es una planificación centralista ni centralizada que se impone; sino una que insurge desde las más profundas raíces regionales, articulando el verdadero estado nacional.

Pero algunos aprovechándose de la simpatía inicial con que Víctor Raúl observó el proceso le quieren achacar conformidad y hasta sutil complicidad. Sin embargo, es evidente que el estado antiimperialista no se basa en una “organización de estado reestructurada mediante una serie de decretos leyes y leyes «orgánicas» que aumentan la centralización, el poder ejecutivo y la autoridad personal de Velasco y su sucesor Morales-Bermúdez. El Comité de Asesoramiento de la Presidencia (COAP) pasó a ser un órgano estratégico de toma de decisiones”[9]

Lo más lejos esta Haya de posiciones cómplices con el “estado empresario” Velasquista, dado que consideraba que por la democracia funcional quedaría “abolido el confusionismo técnico que padece nuestra política. Por el camino que vamos, no será raro que algún día el ingeniero sea director de hospitales; el abogado, jefe de regimiento; el agricultor, capitán de barco; el médico, vocal de la corte y así sucesivamente. Vivimos en plena usurpación técnica de funciones y cada vez más lejos de la formación del experto. El Estado une a su propia inconsistencia la debilidad de los que pretenden conducirlo”[10]

Finalmente, la producción cooperativa que se debe considerar un aporte desde el aprismo, siempre se propuso considerando una apropiada implementación, con reglamentado apoyo técnico y económico del estado, en sectores como la agricultura y las finanzas. Adicionalmente, el programa de acción inmediata de 1931 dejo claro que el estado empresario, dentro de la ideología aprista, requería de la debida consistencia presupuestal y monetaria para su implementación.

La narrativa de la época asignó responsabilidad al populismo del primer gobierno del presidente García, el cual inició una política de crecimiento de la demanda interna con el consecuente sacrificio de reservas internacionales por efecto de aplicación de una política de tipo de cambio múltiple. Así de acuerdo a lo publicado en "Perú Hoy 2009" por DESCO “Todos los sectores sociales, en mayor o menor medida, participaron directa o indirectamente en el mayor consumo e ingresos, producto de la estrategia”. “Los que menos se favorecieron fueron los sectores rurales empobrecidos, quienes no vieron un aumento concomitante de los programas sociales o la inversión pública productiva. No menos importante fue, por último, el flujo de ingresos derivados hacia la burocracia estatal que manejaba el frondoso esquema de autorizaciones, licencias y favores que se dispensaban con amplio margen de discrecionalidad”.

“Las reservas pasaron rápidamente de la cifra récord de 1,500 millones de dólares a menos de 300 millones. El agotamiento de las reservas internacionales, el creciente aislamiento financiero del sector productivo, junto con la profundización del fenómeno inflacionario, generaron la reversión de todo el sentimiento de bienestar artificial obtenido hacia fines de 1987. Por lo que fue necesario aplicar un programa de ajuste en 1988” De allí la historia es conocida por todos.

Termino estas líneas recordando lo que taurinos viven en Pamplona. Donde hacer callar a las peñas no solo es complicado, sino casi imposible. Para que ello ocurra hay que estar muy de verdad. Muy autentico y hacerle las cosas muy bien a un toro cabeza de camada. Solo así las peñas se vuelven y te ven torear; mucho más tienes que hacer para que dejen de cantar y se entreguen a verte torear. Lo mismo tendremos que hacer los apristas. Ponernos delante del pueblo, pero muy de verdad.

Ojo con las propuestas desde "familias apristas" que como toreros con “apellido de dinastía” vienen con media carrera hecha. En la tauromaquia como en la política, a todos "el pueblo" (el toro) siempre puso en su sitio, y unos no duraron un año de novillero y medio de matador. Por ello, la carrera por la reconquista del corazón del pueblo será larga, y el aprista debe autoimponerse el mandato moral de "poderle" a la situación. Hacer el máximo esfuerzo para poderle. Uno como aprista se impone a si mismo el deber, no te lo impone nadie, porque va más allá de un triunfo personal.

El debate interno entre los apristas esta abierto. Porque toda propuesta programática tiene que incluir la correspondiente reforma del estado y allí se observará cuan acorde es esa propuesta con la ideología del partido. Allí se verán los verdaderos lienzos y los compromisos. #HayaVive #SEASAP

 

 



[1] https://www.forovalparaiso.cl/wordpress/wp-content/uploads/2016/12/Cuaderno-II-Anthony-Giddens-La-agenda-progresista.pdf

[2] Haya de la Torre Obras completas 2da Edición (1984) El Antiimperialismo y el APRA Volumen 4 Versión digital se adjunta enlace del congreso de la república del Perú.

[3] Haya de la Torre Obras completas 2da Edición (1984) Pensamientos de Critica, Polémica y Acción Vol. 2 página 469

[4] Haya de la Torre Obras completas 2da Edición (1984) Treinta Años de Aprismo Volumen 6 página 323.

[5] Haya de la Torre Obras completas 2da Edición (1984) Testimonios y Mensajes Vol. 1 página 358

[6] Lajo, Manuel (1978) Desarrollo económico peruano: Del Plan Inca al Plan Tupac Amaru en Revista Comercio Exterior Vol 28 Num 2 PP 197-205. Más detalles se pueden encontrar en el documento de trabajo “Las importaciones del Sector Público en el Perú 1971-1974 elaborado por el CIUP (1977) para la Junta del Acuerdo de Cartagena. https://repositorio.up.edu.pe/handle/11354/1534?show=full

[7] Haya de la Torre Obras completas 2da Edición (1984) Pensamientos de Critica, Polémica y Acción Vol. 2 página 449

[8] Vargas Haya, Héctor. Defraudadores y contrabandistas pp. 57-58

[9] Historia de la corrupción en el Perú. IEP Instituto de Defensa Legal, 2013. Alfonso Quiroz página 409

[10] Haya de la Torre Obras completas 2da Edición (1984) Pensamientos de Critica, Polémica y Acción Vol. 2 página 469

 

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