Perú: Prensa, Toros y Libertad

 Dedicado a Irma Diaz de Zolla por su amor a la fiesta, a un mes de su partida

Piezas fundamentales en el toreo son el valor y la ambición que se juntan porque permiten pensar y hacer más, delante de la cara de los toros. Por ello, sin desconocer el miedo ni perder el respeto, intentaré contestar la pregunta de ¿por qué el periodismo enfocó sus luces en el arte de “cúchares”, clavando en este, sus diferentes raíces? Esta pregunta sin apariencia de política es hoy de máxima importancia, porque muestra que las dos fundamentales piezas que he mencionado, son las que permiten que se manifieste la "verdad"[1], “pureza” y el “temple” en todo aquello que se hace en la vida.

Los que me conocen saben que les escribo hoy, producto de años de afición al arte de los toros y a la política, tantos que me han llevado desde el sentir “los chimes” (capote y muleta) a querer aprender a torear, pero sobre todo a leer todo género periodístico taurino que llegara a mis manos. Así descubrí la diferencia existente entre la crónica, la entrevista, la columna o el artículo ensayo escrito con “pureza” de aquellos hechos con “mercenario” doblez. Esos escritos con pluma alquilada que ensalzan lo burdo, esconden lo cierto, y convierten el corte de orejas, en promiscuo recuento que no sirve ni para secar pisos.


La prensa, como recolectora de hechos y distribuidora de noticias, enfrentó su encuentro con los toros, a través de la infaltable crónica y la crítica de opinión. Ambos géneros siguen hoy ávidamente leídos, sobre todo por aquellos que no van a las plazas, y que cada día son más en días de expectación; como por los que quieren presumir de saber ver aquello, que ha tomado décadas a otros aprender a ver.

¿Pero cuantos pueden vivir del toro en el Perú? ¿cuántos toreros como héroes desconocidos, creadores de su propio empleo primero y demanda pueden lograrlo? Realmente diré que casi ninguno, menos sin exigir su derecho a enfrentar el hambre y la enfermedad de la manera que su tradición les ha enseñado. No olvidemos que muchos, en un mundo lejos de lo alcanzable no sueñan con ser astronautas o pilotos de avión; sino con ser pescadores, choferes, o simplemente toreros.

Por ello describamos con algunos números al Perú taurino previo a la pandemia. Por ejemplo, durante 2018 y 2019 actuaron 88 y 107 matadores respectivamente, siendo los cinco primeros del escalafón de nacionalidad colombiana y cuatro peruanos y entre ellos no están los conocidos nombres de Andrés Roca Rey ni Joaquín Galdós. Así dentro del dispar Perú taurino, se realizan más de 500 festejos que incluyen animales cuneros, de media casta y casta y de acuerdo con la estadística que proporciona el portal taurino mundo toro se registraron 219 y 252 festejos con reses de casta de ganaderías reconocidas.

De acuerdo con la generación de ingresos, estos se logran obviamente en las plazas firmes con mayor aforo: Acho, Chota, Cutervo, Puquio y Sicaya, por ejemplo. Tradicionalmente la mayor generación económica se ha dado en Acho, pero ya en 2018 una provincia taurina de solo 45 mil habitantes y a 2,394 m.s.n.m, logró el registro de US$ 5.5 millones de dólares de actividad económica en solo tres días que duró su feria. Así pues, Chota se destacó en el orbe noticioso taurino mundial al anunciar a Andrés Roca Rey en dos tardes en ese año, y comunicar durante San Juan, que no había entradas para los toros, como tampoco había camas, restaurantes ni baños disponibles para esos días.

Los toros en el Perú de acuerdo con el número de festejos son principalmente provincianos. Dado que el 15 por ciento se realiza en Lima[2] (3% en Acho) y el 85 % en provincias y distritos de Cajamarca, Puno, Arequipa, La Libertad y Ayacucho principalmente. Ganaderamente existe amplitud, sin embargo, la familia Sanchez-Paredes (ganadería San Pedro, San Simón y Salamanca) y la SAIS José Carlos Mariátegui (Huacraruco y Salagual) concentran en total el 28 por ciento de las reses lidiadas esos años, y dominan el número de vientres disponibles para la reproducción.

Pero volviendo a lo periodístico, la historia del toreo está alfombrada de “entrevistas” mediante las cuales la prensa ha llevado a los públicos hacia donde el perfume aturde más, y pocas plumas han tenido la habilidad de dejar respirar lo que realmente se siente en el toreo. Así todas las figuras del toreo han tenido sus entrevistas y sus entrevistadores. No así, los toreros que no destacan, a pesar de que todos se ponen delante de los toros, pues sus personalidades atraen menos fuera de los ruedos que dentro, o son menos o incluso no letrados. Sin embargo, estos héroes junto con sus cuadrillas, son de la máxima humildad y valentía que bien merece hablarse de ellos. Sobre todo cuando deciden matar el hambre de sus familias poniéndose delante de un toro.

Sin entrar a nombrar toreros que se desarrollan en el país, puedo decir que todos se esfuerzan por satisfacer a su público, lo que pasa que pocos logran disponer o convertir una “entrada” en un bien escaso o valioso. Por el cual el consumidor esté dispuesto a pagar más. Además, los públicos del Perú taurino profundo, no pagan entradas individualmente sino que se organizan para dar las celebraciones en las fiestas que unen a los miembros de su pueblo. Sin embargo, cada día es más frecuentemente que se organicen festejos con venta de entradas individuales, aunque estos se materializan principalmente en la costa.

Pero me vuelvo a traer a lo periodístico, que es en el fondo el propósito de este artículo. Por ello según mi apreciación, es la crónica de toros, y no solo la española, la aportación más importante que se ha realizado desde los toros a la historia del periodismo en castellano. Ello por ser un género de amplia difusión, porque colaboró con la alfabetización de muchos, y porque ha dado a luz páginas brillantes, literariamente hablando. Además, porque, así como en España, en la américa morena, hubo un tiempo en que muchos empezamos a leer el periódico por las páginas taurinas, y todavía hoy, en estos tiempos tan poco favorables para los toros, son muchos los que siguen leyendo con interés de temas taurinos.

No olvidemos que los toros siempre atrajeron públicos y hoy hacen lo mismo, aunque ahora son seudo políticos disfrazados que buscan ganar visibilidad mediante “periodismo hipócrita” que plantea preguntas ¿si las corridas de toros son o nos son manifestación cultural de una identidad nacional?, ¿si son o no, parte de derechos culturales que no vulneran derechos fundamentales de las personas?, ¿si son o no, defensa producto de la humanización de los animales?. Estos “generadores de contenido” divulgan pensamientos llenos de sofismas como que: “los que van a las corridas de toros van a ver sangre”, o que “no hay defensa de los derechos de los animales” y lo hacen recogiendo situaciones a medias y sin manifestar su posición producto de un mínimo análisis que justifique su trabajo.

Más allá de lo agrio que pueda ser el debate sobre los toros, la tauromaquia en el Perú sigue siendo una parte importante de la vida del peruano: tanto en lo festivo, económico, antropológico, artístico, cultural e incluso judicial. Por ello sentenciar a la invisibilidad hechos trascendentes dentro de ella, significa renunciar a mostrar por completo el caleidoscopio que son los días de peruanos. Afán que entiendo debe ser la aspiración de cualquier diario que se respete.

Por ello siempre consideraré una locura, por ejemplo, que la página económica de un diario deje de comunicar lo que ha hecho un peruano en la plaza financiera más importante del mundo durante un periodo de sesiones especializado Sin embargo la prensa en Perú no ha dicho ni chis ni mus, ni un recorte en página interior, respecto de lo que un joven de 25 años acaba de realizar en la plaza de toros y feria, más importante del mundo.

La prensa en general está en su derecho de soslayar lo que quieran, de decidir los contenidos que incluyen en sus páginas, de amordazar o soltar a sus perros, pero no se precien de reflejar la actualidad de los peruanos, si no incluyen cosas como el faenón realizado por Andrés hace 24 horas en Madrid y los comentarios que genera su próxima presentación del miércoles 25 de mayo.

Dicho esto, termino afirmando que los peruanos en los próximos días y meses podremos conocer cómo está el real estado de salud de la fiesta de los toros en el Perú después de la pandemia. Veremos cómo está la cabaña brava peruana, cómo los actuales toreros, si hay nuevos y atractivos prospectos, si los subalternos acercan a sus toreros a los públicos. Todo ello se verá en su real dimensión porque en Perú los pueblos no son mojigatos ni cobardes y se manifiestan de acuerdo con sus raíces no como la prensa.



[1] La "verdad" del toreo con la muleta empieza cuando aplomado y quieto, embarcas la muerte que viene de un toro en puntas. Si además te la enroscas a lo más preciado de ti, tu cuerpo; y luego de un solo paso quedas colocado para el siguiente; producto de la "pureza" dejarás de sentir tus miedos y sentirás la emoción desde la parroquia, conforme más lento bailes, por el "temple", enroscado con la muerte por bajarle más la mano. Finalmente sentirás tu respiración volver, luego del clímax que es despachar la muerte con el de pecho; para quedar quieto, y salir pausado, andando lento, con la naturalidad si de pasear se tratara.

[2] Se conoce que en Lima hay catorce plazas de toros permanentes y una portátil: Acho, Yawar Toro, La Taurina, Mamacona, Lomas de Villa, Las Palmas, El Tumi, Genaro Zea, El Vito, Joselito, Mamara, La Esperanza, Fedichal y Fondgicarv.

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